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El Rey Midas de la música

El Rey Midas de la música

La repentina muerte del cantante Michael Jackson (MJ) fue la estocada final de una vida llena de éxitos que no causaron otra consecuencia mayor que no sea impacto. De hecho, el apellido de su éxito lleva ese nombre. Fue autor de una criatura a la que no supo dominar.

 

La vida de MJ tuvo altibajos insospechados, y todos provocaron en sus fanáticos una histeria colectiva que no se puede entender si no comprendemos antes quién era él.

Ahora, las revistas especializadas publican artículos que lo colocan como el rey de reyes de la música. Amén de que antes lo hayan condenado al ostracismo.

Tal vez tengan razón. Tal vez exageran. Pero de lo único que podemos estar seguros es de que después de muerto, este hombre “simple” de vida complicada dejó al mundo boquiabierto gracias a la consecuencia de sus actos.

Primer acto: Salta con éxito al escenario de la música. Atrás quedaron sus hermanos mayores. Se encuentran en un pasado que sólo los nombra como los Jackson 5. La historia (sea por capricho o porque le gusta el impacto, se queda en él).

Segundo acto: Con el paso de los años, MJ perdió su infancia. Su vida era la música, el baile, los escenarios, las giras de conciertos y comprender el difícil mundo de los negocios. Poco después, las canciones del grupo saltaron a las listas más famosas de éxitos. El destino lo había llamado como a su estrella más preferida.

Tercer acto: Desde que consagró su vida a la música, estamos seguros de que deseaba con toda su alma que los medios lo dejen en paz. Pero para su desgracia, el precio que pagó fue tan caro que sus millones de dólares apenas le alcanzaron para aquello que sus gustos le ordenaban. Murió endeudado, incluso. Pero la paz de su alma, nunca logró saldarla.

Cuarto acto: MJ aprendió para siempre que el baile debía ser el sello indiscutible de su música. Las coreografías novedosas que presentó impactaron no sólo por su novedad, sino también porque parecía haber llenado un vacío tan reclamado por la generación de jóvenes de su época.

Con él nació una nueva forma de entender al videoclip. Sus canciones son verdaderas historias que aún nos envuelven de atención: impactan. Con ese sello se lo conoció en la década de los 80’s. Era el Rey Midas de la música: canción que presentaba, éxito asegurado.

Quinto acto: La última década del siglo XX no fue la excepción. Luego de un breve silencio, retornó al mundo de la música con un nuevo rostro y desafíos nuevos. Comprendió que el éxito de su música habría de enseñarle que todo nuevo proyecto debe superar al anterior.

Fiel a esa consigna, una noche de concierto, cayó desmayado de cansancio en una de sus tantas presentaciones. Pero no fue la única. Los problemas judiciales tocaron a su puerta el día en que un padre de familia denunció que su hijo había sido abusado sexualmente por el cantante.

Los medios dirigieron sus dedos acusadores contra un hombre que no había aprendido a ser niño. Y como suele ocurrirnos a todos, lo juzgamos desde nuestra ventana, obviando que quizá su comportamiento extraño y esquivo le había hecho preferir a los niños antes que a cualquier otro ser.

Último acto: Había entrado en la quiebra. Las noticias sobre él ya no eran un eco de éxitos, sino una secuela de desgracias que no supo afrontarlas refugiándose en los medicamentos. No  pudo convivir con dos cosas opuestas: el éxito y su terrible timidez.

Así, este pasado 25 de junio, MJ cerró sus ojos para siempre dejando otra vez a sus adormecidos fans con la boca abierta de sorpresa. Había causado el último impacto de su vida: irse joven, triste, con una salud deteriorada, llevándose a donde quiera que se haya ido las estrellas de sus éxitos y los secretos de sus penas.

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Ilustración: ABECOR.

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